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Diario YA


 

el padre morales

Fundador de una obra laical de espiritualidad carmelitana

M ª Lourdes Redondo. El 30 de octubre de 1908 nació el que hoy es Siervo de Dios, P. Tomás Morales, S.I., fundador de una Obra de apostolado laical presente hoy en Europa, América y África: dos institutos seculares (Cruzadas de Santa María y Cruzados de Santa María), la asociación de familias, Hogares de Santa María, la asociación juvenil, Milicia de Santa María, y otras obras póstumas que viven de su espiritualidad como el instituto Berit de la familia y la Fraternidad sacerdotal Tomás Morales. El 1 de octubre de 1994 partió para la eternidad hace 20 años. Celebramos su memoria con agradecimiento y fidelidad en este mes de octubre,  coincidiendo con la apertura del Centenario de santa Teresa de Jesús. El padre Morales, jesuita, imprimió en su obra una doble espiritualidad: “tronco ignaciano y savia carmelitana”, decía que era. Debía tener la audacia y arrojo de los jesuitas y la contemplación, sencillez, alegría, austeridad del Carmelo. Santa Teresa quiso que fuera su adalid y protectora, junto con santa Teresa del Niño Jesús. Contemplativa en la acción quería que fuesen sus hijos, como él mismo lo era. Por ello, de entre ellos han surgido más de cien vocaciones a la vida contemplativa, principalmente carmelitana y, sobre todo se alimentó y dio de comer con el manjar sabroso del teresianismo a cuantos jóvenes y familias se acercaban a él. Como ella, ardía en amor a Cristo, a la Iglesia y a las almas y trabajó incansable por forjar en los jóvenes  esos “amigos fuertes de Dios” que quería la audaz andariega abulense. La causa de su beatificación está introducida en Roma desde junio del año 2000.
Las palabras del cardenal Antonio Mª Rouco Varela sirven para presentar esta figura que esperamos ver pronto en los altares:
«Ante el reto histórico con el que nos encontramos la Iglesia y los cristianos del tercer milenio, el P. Morales, que lo percibió con lucidez y lo describió en numerosas páginas -sobre todo, en su obra Hora de los laicos-, dio una respuesta valiente y comprometida, que le exigió la entrega generosa y heroica de su propria vida, con toda la riqueza y diversidad de dones humanos, sin cansancio ni desaliento. Tuvo la audacia de creer que Cristo hace felices a los hombres, en concreto, a los jóvenes a los que se dirigía, y descubrió el potencial divino escondido en el corazón de cada bautizado, estando siempre dispuesto a despertarlo. A ello consagró todas sus energías. […]. El P. Morales tuvo el acierto de descubrir como una demanda propia de su tiempo la urgencia de una profunda tarea educativa que implicara a todo el pueblo de Dios. De este modo, el llamamiento de Dios que le invitaba a la tarea apostólica, él lo tradujo en una original y precisa llamada a poner en marcha un itinerario educativo que, teniendo por base la experiencia honda y transformante de los Ejercicios ignacianos, repercutiera en la misión evangelizadora de la Iglesia. […]. El P. Morales da testimonio con su vida, sus obras y sus palabras de que el futuro es del Evangelio: del Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo. La esperanza del futuro en España y en Europa es esa juventud que vuelve a descubrir con inusitada y contagiosa frescura el gozo de ser cristiano, de haber encontrado a Jesucristo, el valor del patrimonio de la fe y de vida recibido de sus mayores a través del anuncio y la experiencia del evangelio. […]. Ahí están para probarlo, […], las obras llenas de promesas y realidades de este ejemplar de la Iglesia en España» (Presentación de Obras pedagógicas del P. Morales).
 

    
 

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