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Mujrovani: ¿última treta de Saakashvili?

Diego Garijo. 6 de mayo. Según la versión oficial de Georgia, en la ciudad de Murjovani, a 30 kilómetros de Tiflis, un batallón de infantería mecanizada ha protagonizado un motín contra el presidente Saakashvili. Por supuesto que las autoridades georgianas responsabilizan a Rusia de la asonada, e incluso aseguran que se trataba de un golpe de Estado no secundado por más unidades del Ejército en ningún otro lugar del país. Sin embargo, a la luz de la escuetísima información facilitada, no es tan simple cerrar el episodio con un análisis tan plano.

La guerra de Osetia del Sur aún permanece en la memoria de todos, y la brutal agresión de Georgia a la población civil suroseta continúa sin una condena más que por parte de Rusia y sin que nadie haya respondido por ella. Además, Saakashvili ha seguido jugando con el destino de su país y, sin hacer caso a la contundente derrota militar, ha continuado con provocaciones diplomáticas hacia Rusia. A todo esto hay que sumarle la profunda crisis económica por la que atraviesa el país desde el año 2007, con unas cotas de desempleo crecientes y con un abandono total a cualquier política social de envergadura.

En su momento ya se sugirió como razón para el ataque a Osetia del Sur la necesidad política de Saakashvili de incorporarse a la OTAN y a la UE para permanecer en el poder. Las cotas de popularidad menguaban mes tras mes y el presidente, licenciado en EE.UU., no quiso ver más salida que ponerse a resguardo de la riqueza y la potencia noratlántica. Y tan seguro estaba de dicho apoyo que ordenó al Ejército georgiano entrar a sangre y fuego contra la población suroseta y las fuerzas de paz rusas interpuestas bajo mandato de la ONU. El sustento occidental con el que contaba Saakashvili fue prácticamente nulo, y bajo suaves y formales muestras de solidaridad por parte de la UE y los EEUU, las Fuerzas Armadas rusas repelieron el ataque y vencieron sin paliativos en una guerra relámpago que el propio Saakashvili causó.

Y los problemas de política interna, después de la locura belicista, volvieron para el presidente de Georgia: el decrecimiento económico, la supeditación de los intereses nacionales a las ambiciones extranjeras y, en fin, la dejadez total y constante de sus obligaciones con sus conciudadanos pusieron de nuevo a los georgianos en contra de Mijail Saakashvili.

Ahora, el presidente de Georgia ha vuelto con su obsesiva solución: entregarse a la OTAN y, posteriormente, a la UE. Tanto es así que están programadas unas maniobras OTAN en la misma frontera con Rusia. Además, el Gobierno de Saakashvili ha acusado a la Federación Rusa de concentrar tropas en la frontera. Y ahora la responsabilizan de organizar el motín de Mujrovani, alejadísima ciudad tanto de Osetia del Sur como, sobre todo, de Abjazia.

No es descabellado pensar que la mano rusa pueda estar detrás de un intento de golpe de Estado contra Saakashvili. Sin embargo, analizando los antecedentes de la Administración Saakashvili y la urgencia del presidente por recuperar apoyo popular, aun a costa de revivir fantasmas, inventarse complots o, como ya hizo, promover una guerra, hacen más que dudosa la versión oficial georgiana sobre la responsabilidad rusa. Es más, incluso es verosimil llegar a la conclusión de que son los propios militares georgianos, humillados en una guerra injusta ordenada e impuesta por Mijail Saakashvili, los que hayan decidido poner punto final a la locura presidencial.

En cualquier caso todavía quedan muchos flecos sueltos para decir con seguridad lo qué ha pasado y el porqué ha pasado. 

 

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